Es bueno
rodearse de buena gente, de personas que nos enseñan a experimentar entre
valores, con medida, con riesgo también. Por eso te miro en ese albero real que
nos cultiva y mima, incluso cuando no lo advertimos así.
Me gusta pensar en lo que supones. Asciendes
como un dios terrenal que invita a tomar el café de la vida. Nos inmiscuimos con
gran pasión. Tu tranquilidad ante el toro existencial es la mía.
La verdad es que me gusta leer sobre ti, saber
de ti, conocer tus motivaciones, que impregno como las mías propias, pues las
lecciones provienen de lo sencillo, de quienes, como tú, hacéis lo cotidiano
fácil.
Embelleces con pasión, con perseverancia, con
bondad, y eso nos asegura un éxito conjunto con el que crecemos. Nos regalas
hermosura desde la naturalidad y espontaneidad de lo que realizas y refieres.
Haces que todo fluya. Complementas ese poliedro
que nos convierte en visionarios de la paz y nos encumbra hacia el anhelo
cumplido. Darte las gracias es poco, pero es el itinerario para demostrarte una
devoción con la que fermentaremos hasta el infinito. No sé si será más allá,
pero lo procuraremos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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