Nos
comunicamos bien porque nos queremos. Eso hace que el milagro de la vida se
vuelva a poner en ese sitio mágico que nos caracteriza.
Hemos de emplazarnos en los lugares más
brillantes, en los que nos adelantan el paso con una versión única.
Nos hemos de estimar con reglas de oro que nos
procuren estar en los sitios ideales. No nos quedemos en ninguna parte, que
podemos hacer mucho.
Nos hemos de ubicar en los puntos convenientes
con tonos sorprendentes que nos pongan entre divertimentos de considerable
factura.
Nos abrigaremos en noches de pacientes
querencias. Nos tomaremos esos líquidos sanadores que nos convocarán al
contento, al deseo, y, fundamentalmente, a la tranquilidad. Nos comunicamos, y
eso se nota. Nos queremos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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