sábado, 30 de enero de 2016

Un buen día

Dejó de llorar
un buen día.
Lo fue, bueno,
por eso.

Había estado con miedo,
con reflejos confundidos,
con el susto en el cuerpo.

Dejó de llorar,
y volvió a ser ella
con su gran sonrisa,
con sus emociones,
con sus gustos y preferencias,
sin penas inútiles.

Dejó lo que le pesaba,
y se fue con el deseo
en los ojos y en su corazón.

Dejó de llorar
porque sí y porque no,
y se subió al carro
de una enorme felicidad
llamada amor,
que, por genuino,
le apartó de los malos momentos.

Fue un buen día,
y como fue os lo cuento.

Juan T.


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