sábado, 31 de mayo de 2014

Mientras duerme

Lo miro. Duerme. Su mundo de niño, imagino que lleno de sugerencias, de idealismos, de cuentos de hadas, descansa. Repone pilas para la dura faena del juego del día que ya despierta, antes que él.  No hay prisa, no ahora.

Contemplo su cara linda, y me digo que no hay nada más bello en la Naturaleza. Si los besos fueran un antídoto (seguramente lo son), podría andar tranquilo por su futuro.

Se agarra a la almohada, mientras duerme, como si el universo le perteneciera. Me pregunto si no es así.
Hace un gesto que interpreto como una sonrisa. Seguramente es un sueño de compartida alegría. ¡Ahí está! Parece un Príncipe de cuento, el que vivimos, por su semblante perfecto, en el milagro de un encuentro hermoso y sencillo.

Lo vuelvo a mirar. No puedo dejar de hacerlo.  Es un amor grande el que siento: es mi inspiración, mi motivación, mi esperanza, mi voluntad, mi creencia en el ser humano, mi fe en el mañana.

El mundo vuelve a su rutina, a su marcha, con estos primeros rayos de Sol. Nada me aflige. Estoy contento. Está él a punto de despertar, y, mientras elucubra, yo ya admiro la jovialidad de una jornada que será maravillosa porque nos vamos a acompañar. Duerme un poco más. Aguardo.


Juan TOMÁS FRUTOS.

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