viernes, 31 de agosto de 2012

Adelante como el primer día

Llega la lluvia, y todo parece cambiar dejando las esencias perennes. Es algo más que un símbolo. La lluvia trae otra estación, otros ánimos (mejores y peores), anhelos, cambios, transformaciones, humedad, higiene, fresco, renovación, aunque sea a través de la desaparición de lo conocido, lo cual no siempre gusta.

Nos debemos animar todos los días con esos hechos que nos permite la fortuna que vivamos. Incluso debemos sacar partido a aquellos que son menos buenos. De todo se aprende, o debemos.

Procuremos vivir las fantasías de los buenos y bellos momentos de cariño, que también los tenemos. Hemos de amar sin poner condiciones. Aprendamos de quienes ejercen en la distancia o en la cercanía, de quienes son ante eventos memorables o menos conocidos.

Fijemos objetivos cotidianos con los que ir trazando una senda que no debe quedarnos fuera de ese contexto con el que aprendemos. Nos debemos a ese universo de intenciones con las que podemos formular una serie de esfuerzos que fructifiquen en el sentido anhelado.

Comandemos esas iniciativas que deben ser resultado de la más linda experiencia. Tomemos la palabra y la mano de los buenos amigos, y sigamos la estela de la ilusión, ésa que, aunque fracasemos, nos invita a seguir adelante como si fuera el primer día de nuestras previsiones vitales. 

Juan TOMÁS FRUTOS. 

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