miércoles, 28 de marzo de 2012

El día de siempre

Nos ofrecemos a vivir. Hagámoslo.

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No fracasemos por dudas o por falta de coraje. El amor no acepta que no lo veamos.

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Nos imponemos unos deseos, y éstos han de ser libres. Sepámoslo.

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Nos hemos de cubrir de buenas vibraciones, como si fueran un caparazón.

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Nos componemos con razones hermosas que hemos de embellecer.

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Nos hemos agasajado con unas vibraciones de amor, de puro amor, de deseo completo y completado.

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Nos regulamos con serenidades que disponen un nuevo umbral.

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Nos hemos sentido en plenitud de esperanza. No debe faltar la fe en lo humano.

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Nos presentaremos con unas impresiones de humor lindo.

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Circulemos a velocidad suficiente para vernos.

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Entendamos los motivos, y tratemos de vivirlos.

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Nos contemplamos con gozos y sin sombras.

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Nos hemos amparado bien.

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No pidamos frutos que no llegarán. O sí...

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Las sumas son las sumas.

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Hemos añadido amor, mucho amor, y por eso nos suponemos tanto.

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Ya no estamos en ese lado que nos implementa como buenos amigos.

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Pidamos ese tiempo que será gozoso y compartido.

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Hagamos caso al corazón, con sus trayectos queridos, sumados, únicos.

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Hemos consumido parte del destino, pero queda la parte mejor.

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Nos honramos con las compañías.

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Descubramos ese día que es el de siempre.

J.T.

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