miércoles, 6 de julio de 2011

Por un impulso económico de todos

Ojalá tuviéramos una varita mágica para mejorar la situación y las perspectivas económicas. Seguro que la tentación elucubradora está ahí. Cuando la estructura consolidada de cada día nos lleva por derroteros tan comprometidos e intensamente complejos, el deseo es que todo este panorama desolador pase lo antes posible. Es entendible. Hay muchas personas, muchas empresas, y muchas instituciones públicas y privadas que lo están pasando mal, incluso peor.

Todos hemos llegado a este punto, y creo que, lejos de buscar culpables, que también habrá que apuntarlos, hemos de enzarzarnos en planes de impulso que nos unan en ese frente común que nos haga superar lo importante y lo accesorio, lo que es grave y cuanto no lo es, en una especie de quehacer colectivo donde no podemos faltar los medios de comunicación y sus profesionales.

Las vacaciones estivales, que suponen un cierto descanso en el afán de dar con una plataforma que nos permita e invite a un salto posterior con sus cualitativas y cuantitativas mejoras, han de servir para hacer un análisis consolidado y mancomunado de lo que nos está sucediendo. Nos hemos resentido demasiado, y demasiado es lo que nos ocurre. Por eso las medidas no han de ser parciales sino contando con todos los sectores sociales, políticos y económicos. No es cuestión de contemplar únicamente desde las diferentes ópticas posibles: las miradas han de ser de todos, por todos y para todos.

Hemos de hallar fuentes de financiación, propuestas de mejora de la productividad, consenso para tomar determinadas medidas donde los diversos estamentos cedan, si es necesario, y asuman que el beneficio, el provecho, también ha de ser compartido por todas las sensibilidades y raciocinios desde el fin mismo de una coherencia en la comunicación y en la toma de decisiones.

Para el impulso no caben los enfrentamientos, no caben las medias verdades, no cabe otear para otro lado y esperar milagros que han de hacer otros: todos nos sentimos afectados de una u otra manera, y por ello hemos de acercarnos a lo común para un mejor conocimiento que nos haga impulsarnos de manera conjunta con toda la esperanza posible, que ha de ser la premisa en toda actividad societaria.

El impulso económico en esta crisis que parece que se enquista en exceso ha de lanzarnos de lleno a un mundo más hermoso, por el que han laborado duramente nuestros padres y abuelos en las últimas décadas. No perdamos lo bueno de un Estado que, en lo social, ha sido modélico, y debe seguir siéndolo con las transformaciones que sean precisas. Recibamos los pareceres e informaciones de todos, y con todos contemos para esa proyección económica que ha de tener como protagonistas a cada uno de nosotros. Juntos podemos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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